El lenguaje, refugio mágico de la cultura, mitológico, hiper-realista, constructor, de-constructor. Cobijo de utopías, revelador de sombras, sueños, esperanzas y tragedias.
Lenguaje para comunicar, para comprender, para transformar o lenguaje para distorsionar, para confundir, para masificar.
Que ocurre cuando como comunidad lingüística, distorsionamos sus sentidos. Que pasa cuando descontamos un significado, que nos sucede cuando travestimos las palabras.
Palabras.
Hay tantas (emblemáticas, algunas) que de tanto emplearlas equivoca y/o unívocamente, las hemos empobrecido. Vacías de representación, huérfanas de mensaje.
Como una autopista de una sola mano que a ningún lugar conduce. De la confusión a la nada.
Palabras de un solo sentido o sin-sentido. Autoritarismo de lo absoluto, ausencia de ideas, carencia de mensaje. Mensaje Único, pensamiento políticamente correcto (PPC).
Nuestra cultura va perdiendo esos lazos de unión, de comunión, de encuentro.
Palabras perdidas. Emociones perdidas. Mundos cerrados. Muros en lugar de puentes.
Eso es lo que intentaré en estos primeros ejercicios, desmitificar, develar, iluminar, explorar esas pequeñas o grandes grietas que encierran u ocultan las palabras.
Sociedad de masas, sociedad de consumidores, sociedad mediática. Masificación, insatisfacción, incomunicación.
Intentaremos el reencuentro.
3 comentarios:
Cada vez que me conecto a tu página tengo que leer irremediablemente esta entrada, es algo así como el “Buenos días”. Después no hago ningún comentario, posiblemente porque me toca en algo muy personal y de lo que posiblemente hable en alguna entrada, pero esa… es otra historia. ¿Recuerdas “Irma la dulce”?.
Amigo:
Por lo que leí es una película de Billy Wilder y protagonizada por Jack Lemmon y Shirley MacLaine. Pero no la he visto. Así que espero tu comentario de referencia.
un abrazo
miguel
¿Me tomas el pelo? Imagino que sí.
Ya sabes que también hizo "El apartamento" "El crepúsculo de los dioses" "El gran carnaval", etc...
Estas películas contienen “información vital”, igual que algunos libros, algunos músicos, algunas personas, nuestra pareja o nuestros hijos e hijas.
Y no soy de aquellos pedantes que dicen cosas como: “Los cien libros que no puedes dejar de leer antes de morirte” o algo por el estilo.
Y sobre la referencia… la mejor, es la conclusión que obtenemos cada uno de nosotros al verlas.
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