"La vida me enseñó que a veces no es posible seguir agarrado a las cosas hasta que duelan las manos, hay que saber soltar a tiempo, antes que el dolor sea caro para las manos y las cosas." Sammy Szusterman (1951-) argentino, arquitecto y amigo

jueves, 12 de junio de 2008

discriminar es una buena acción


Una de esas palabras más maravillosas que el pensamiento único (léase pensamiento políticamente correcto, a partir de ahora PPC) ha tergiversado y dañado casi irreversiblemente es el verbo “discriminar” y sus derivados, como el adjetivo “discriminado/a” y sustantivo “discriminación”.
Buceemos un poco…….

Discriminar
Tiene dos acepciones, (según la Real Academia Española RAE).
Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, de sexo, de clase social o casta u otros motivos ideológicos.
Separar, diferenciar una cosa de otra.

Y estos sinónimos:
marginar, diferenciar, distanciar, excluir, segregar, separar, distinguir.

Y estos antónimos:
igualar, incluir, mezclar

Etimológicamente “discriminar” comparte raíz con “critica”. Veamos, pues sus orígenes:
Critica
Del latín “criticus” y éste del griego “kritikosCapaz de discernir.
krínenSeparar, decidir, juzgar.
De raíz indoeuropea “kreiCribar, discriminar, distinguir.
Emparentado con el latín “cernoSeparar, discernir.

Tratemos ahora de agrupar sentidos:
Uno: marginar, excluir, segregar y sus opuestos: igualar, incluir.
Otro: diferenciar, distinguir, discernir, separar, distanciar y su opuesto: mezclar.

El PPC tan extremo, tan arraigado en nuestro mundo cotidiano, en nuestro pensamiento inconsciente, en la inconsciencia de los medios de “incomunicación”, nos bombardea día y noche unívocamente con Uno:

"No a la discriminación"
"Me siento discriminado"
"En la escuela discriminan a mi hijo"
"Es una vergüenza, estas políticas son discriminatorias"

Y así en continuado, de día y noche, sin prisa, sin pausa, hasta el agotamiento neuronal.

Y que pasa con el Otro?
A mi entender el más rico, el más profundo, el más oculto (volvamos entonces a la RAE):
Diferenciar:
Hacer distinción, conocer la diversidad de las cosas.
Distinguir:
Conocer la diferencia que hay de unas cosas a otras.
Manifestar, declarar la diferencia que hay entre una cosa y otra con la cual se puede confundir.
Dicho de una cualidad o de un proceder: Caracterizar a alguien o algo.
Discernir:
Distinguir algo de otra cosa, señalando la diferencia que hay entre ellas.
Distanciar:
Establecer distancia, o aumentarla, entre algo o alguien y una persona, animal, lugar o cosa que se toman como punto de referencia.
Formar grupos homogéneos de cosas que estaban mezcladas con otras.

Y rematemos lo maravilloso de la “discriminación” por su más potente opuesto:
Mezclar:
Untar, unir, incorporar algo con otra cosa, confundiéndolos.
Alterar el orden de las cosas, desordenarlas.
Meter a alguien en algo que no le incumbe o no le interesa.
Enredar, poner división y enemistad entre las personas.

Conclusiones:
Volvamos, pues a discriminar, o sea a diferenciar lo oscuro de lo luminoso, a distinguir entre sabiduría y barbarie, a discernir entre pasión y fanatismo, a distanciarse de las verdades absolutas y maniqueas y a no dejarse mezclar con las ideas predominantes de esta época que imponen su visión sobre el pasado y el futuro, sin valorar la libertad, la diversidad y el compromiso. Si perdemos estos sentidos implícitos en toda buena discriminación, también dejamos de usar sus beneficios.

Para reflejar todo lo “otro”, optemos por “segregar” y sus sinónimos: dividir, apartar, desmembrar, arrinconar, expulsar, repudiar.

Útiles para reflejar la intolerancia y el oscurantismo, ocultos bajo los pliegues siniestros del PPC.

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