"La vida me enseñó que a veces no es posible seguir agarrado a las cosas hasta que duelan las manos, hay que saber soltar a tiempo, antes que el dolor sea caro para las manos y las cosas." Sammy Szusterman (1951-) argentino, arquitecto y amigo

domingo, 30 de septiembre de 2012

el fundamentalismo laico también es un fundamentalismo

María José Lubertino, diputada kirchnerista en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires

Soy agnóstico débil, no poseo la certeza milagrosa de los que tienen fe, a quienes a veces envidio, ni comparto la verdad irrefutable de quienes la niegan, de los que me he alejado.
Tengo una ineludible formación emocional nacida en el judaísmo, la religión del Libro, llena de tradiciones y bellos mitos que hoy ya no sigo, excepto en ese amor heredado, no ya por un solo Libro sino por cientos de ellos, en los cuales me sumerjo día a día, no para alcanzar la verdad, sino precisamente para escapar de ella.
En este contexto es donde me han dolido las brutales palabras de la legisladora Maria Jose Lubertino que para defender una idea que comparto, como la no penalización del aborto a mujeres violadas, ha maltratado con su electrónica diatriba el corazón de muchas personas que profesan amorosa y de buena fe, su intima fe.
Lubertino ha  despreciado vulgarmente sus símbolos más sagrados, aquellos que las conectan con sus emociones y tradiciones mas sinceras, en nombre de un fundamentalismo laico y segregador, que rechazo.
Compartir la vida con los otros es amar y apreciar las diferencias que tenemos, no negarlas, ni mancillarlas.



Infobae 
La Nación  
Clarín
Página 12 

domingo, 9 de septiembre de 2012

Poderoso Caballero, Don Dinero

Transcurrida una década de aquel 2001 de brutal caída, el reloj obsesivo de nuestra circularidad nacional nos vuelve a avisar que estamos en otra nueva gran crisis dineraria. Se percibe abiertamente como un malestar colectivo que atraviesa todo el tejido social.
Tal vez nuestra equivoca herencia española, rentista, jerárquica y mercantil, cero capitalista, sea la causa de ese confuso y simultáneo desprecio-deseo por el vil metal.
Sin embargo el dinero no es pecaminoso. Gobiernos y personas matan y mueren no por el dinero, sino por el poder equívoco que creen que de él emana.
El dinero mayormente es representación de valores: permite intercambio de bienes y culturas, transmite anhelos de progreso y bienestar, resuelve y canaliza disputas sociales, premia y/o castiga conductas y aptitudes, expresa desazones y viabiliza esperanzas. No es justo ni injusto. Es medio, nunca fin.
Cuando un gobierno atraviesa el umbral de la decisión íntima sobre los pecunios personales prohibiendo el ahorro y exaltando impiadoso el despilfarro del consumo, asesina el futuro y obnubila el presente. Ataca la esperanza -o su ilusión- de que ese ahorro pequeño o mayor, nos ayude a olvidar ese porvenir siempre incierto. Esperanza gracias al ahorro, no banal escenario de codicia.
Esperanza como noble afán protector para concentrarnos en un presente digno y vital, para amar, crear, estudiar, progresar, disfrutar, compartir o simplemente vivir con la música que se nos canta. Sin marchas castrenses ni partituras obligatorias.
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