"La vida me enseñó que a veces no es posible seguir agarrado a las cosas hasta que duelan las manos, hay que saber soltar a tiempo, antes que el dolor sea caro para las manos y las cosas." Sammy Szusterman (1951-) argentino, arquitecto y amigo

sábado, 30 de mayo de 2009

contrareseña de un libro que no he leído

Acabo de terminar de leer el excelente ensayo histórico de la investigadora y periodista científica Heather Pringle sobre la siniestra y poco conocida Ahnenerbe: El Plan Maestro Arqueología fantástica al servicio del regimen nazi. En un próximo post ofreceré mis impresiones e ideas al respecto. 1

Sin embargo, esta vez he decidido reseñar un libro que no he leído. Uds. dirán que he enloquecido, que los festejos y agradecimientos por haber atravesado la barrera de los 50 me han trastornado. Es posible, aunque éste no sea el caso.

Como puedo hablar, comentar y recomendar algo que no he leído? Dicho en palabras un poco más íntimas, como expresar emociones no vividas, sensaciones no experimentadas o placeres desconocidos. Pues eso es lo que haré, anticiparme deliberadamente, mostrar la escena ocultada por el telón, el carro antes que el caballo, el deseo antes que su orgasmo.

Deseo referirme pues, a la extraña pulsión que desatamos al elegir un libro. Aquellos que no nos han sido recomendados por nadie, que no hemos conocido previamente en suplemento literario alguno o que simplemente ignorabamos de su existencia.

En un escaparete luminoso, perdido en mal clasificados estantes u oculto entre montañas, marañas y telarañas de libros vecinos, amigables y extraños.

El pasado martes, mientras recorría una conocida librería de Belgrano, lo ví. En el borde de una batea, tal vez esperándo un atento o molesto comprador, imaginando un éxito fulgurante o temiendo ser lanzado a un rincón polvoriento de librería de saldos. (sucias, ópacas, oscuras y extrañas, tan opuestas y atractivas)

El libro que voy a reseñar y sin embargo no he leído, se intitula El paisaje en las nubes Crónicas en El Mundo 1937-1942 de un tal Roberto Arlt.

Compendio de todas las crónicas periodisticas, para ser más exactos 236, escritas por el gran Roberto en clave intrepretativa, publicadas en dos columnas del porteñísimo períodico El Mundo entre 1937 y 1942. "Tiempos Presentes" y "Al margen del cable".2

Qué me atrajo, qué me sedujo, qué me impulso a tenerlo entre mis manos, a desearlo, sin saber nada de él, sin comentario, ni recomendación, ni aliento amigable a leerlo?

Amor a primera vista. Irracional e incomprensible como todos los amores. Sentí que me encontraba ante un gran banquete, esos que la vida nos ofrece a diario y que sin embargo, envueltos en nuestra cotidiana batalla optamos por desperdiciar.

Me atrajo la sensualidad de su portada, un aguafuerte de arlt enfundado en un mapa de europa, el blanco de fondo, anticipo de sus silencios, la extensión de sus más de 750 páginas, (aquellas que me permitirán sumergirme, naufragar y sobrevivir un largo rato) su gordura y espesor, las delicadas reseñas de contraportada de su curadora Rose Corral y su prologuista el historiador Ricardo Piglia.

Estoy atrapado por lo breve de sus relatos, (sólo tres o cuatro páginas) la época en que fueron escritos, (el ascenso de Eisenhower y Hitler, el inicio de la segunda etapa de la gran guerra) la rara mezcla de crónicas urbanas, historias mínimas y no tanto, mixtura de escenas reales y dialogos imaginarios, cables informativos transformados en cuentos relatados, semblanzas de protagonistas históricos en tiempo real, bitácoras de viajes por esa Europa que se iba encallando en la tragedia y la oscuridad, la periferica mirada rioplatense y arltiana.

Textos sobre textos, textos trás de textos, textos entre textos, textos frente a textos, textos sin textos. Relatos, historias, viajes, crónicas, semblanzas, trazos, pinceladas, bosquejos, épocas, situaciones, imagenes. Pura literatura.

Existen misterios confundidos con certezas, raros anhelos disfrazados de complicadas explicaciones, íntimos deseos bañados por audaces justificaciones y mágicas ensoñaciones que se resisten a ser clasificadas cuando por alguna extraña razón hemos elegido tal cosa y no otra. Cuando decidimos girar imprevistamente nuestro destino previamente determinado, cuando la vida se nos abre de sopetón. Como las páginas de un libro que aún no hemos leído.

Invito a mis amigos a acompañarme con alguna experiencia digna de ser compartida y relatada.

Que te motivó a elegir tal libro, disco o película que nadie te recomendó?
Fue su portada, sus letras, algún párrafo interior leído al azar, el título, su contratapa?
Fue la casualidad o ya lo estabas buscando?
Donde lo encontraste, que te atrajo, que esperabas encontrar?

Cumplió o incumplió con tus expectativas?


Ahora los dejo, Arlt me espera. Próximamente volveré con una reseña hecha y derecha. Uyy, perdón se me cruzó un Cabo Trafalgar de don Perez Reverte.
Arlt seguirá vivo a mi lado unos días más.



NOTAS AL PIE
1 Tengo pendientes mis comentarios de libros que he leído antes del Plan Maestro, Arqueología fantástica al servicio del regimen nazi de Heather Pringle. Son Legado de Cenizas, La historia de la CIA de Tim Weiner e Historia de la Palestina Moderna, Una tierra dos pueblos de Illan Pappe.
2 Arlt, Roberto, El paisaje en las nubes, Crónicas en El Mundo 1937-1942, Fondo de Cultura Económica, 2009.

martes, 12 de mayo de 2009

un 12 de mayo de 1959


Dicen las malas lenguas que al cumplir 50 años, estaríamos entrando en la mitad de la vida. Todos sabemos que esta es otra de las tantas mentiras piadosas que desde la cuna intentan en vano inculcarnos. Es una flagrante utopía llegar vivos a los 100 años, y aún en condiciones medianamente aceptables, dificilmente aceptaríamos el desafío sin elevar nuestra voz de protesta por lo injusto e indeseable del caso. Es cierto que nuestras madres, y la mía particularmente nos auguraron unos pletóricos 120, pero prefiero dejar esos vaticinios en el arcón de los deseos inconfesables.

Sin embargo, y a pesar de lo absurdo, no podemos dejar de sentir esa ancestral fascinación por los números. Y si son redondos, enteros y terminan en cero, más aún. Obviamente no es lo mismo cumplir 19, 29 o 49 que 20, 30 o 50.

Según el gran historiador francés Fernand Braudel la historia puede ser muy bien graficada como grandes olas que con sus flujos y reflujos van delimitando los llamados tiempos largos que nos permiten apreciar la gran extensión espacio-temporal de las civilizaciones. Y esas grandes olas tienen patrones numéricos: los siglos. Ellos son los grandes metrónomos de la humanidad que nos permiten visualizar las grandes transformaciones, los inmensos escenarios, las rupturas y continuidades de tal o cual cultura, la prevalencia de lo estructural por sobre lo coyuntural y la notable influencia de la geografía en los procesos históricos.

Ocurre que a imagen y semejanza de Braudel, las décadas son para el hombre, lo que los siglos para la humanidad. Y es que los siglos como las décadas nos remiten a ciclos largos y los ciclos naturalmente imponen sus pausas.
Y las pausas son como esos recodos del camino que nos invitan a reflexionar, remansos para volver por un instante la vista atrás, pero también para otear la lontananza del futuro, siempre tan enigmático y cautivante. Por eso, celebramos cada década de nuestras vidas, porque a pesar de su ostensible arbitrariedad matemática sentimos inconscientemente que hemos cumplido un ciclo, que renovaremos en el próximo, aquel al que nos enfrentaremos sin solución de continuidad.

Cumplir 50 años, para algunos es síntoma de que lo mejor si fue pasado mejor aún. Son los que añoran el retorno a aquellos perdidos años de la juventud. Algunos se abandonan melancólicos en un limbo de añoranzas y lamentos. Pero otros deciden rejuvenecerse a cualquier precio. No confundir, por favor, con los maravillosos cambios de la modernidad. Todos hoy sómos aparente y realmente muchísimos más jóvenes y vitales que nuestros abuelos, bisabuelos o tatarabuelos a la misma edad.

Me refiero en cambio, a esos que encarnan la absurda pasión por frenar el tiempo y su ausencia, como diría el querido catalán, esos personajes rídiculos y tiernos, que acompañan nuestras vidas, los "pendeviejos".
Y uno los ve por ahí esforzandose día a día, compitiendo con sus hijos, haciendose cuanta cirugía y tratamiento capilar se ofrezca, planchando molestas y reiterativas arrugas, exponiendose a agotadoras maratones metagimnasticas y luchando denodada aunque inútilmente contra los tenaces molinos del tiempo.

Y así silenciosamente vuelve a mis 50, la vigente pregunta del millón: Volver a la juventud: para que? Si tuviera que optar entre mis pasados años dorados y mis futuros oxidados, entre el retorno a lo idealizado pero nunca vivido, opto por el lanzamiento de la flecha de mi destino hacia el blanco misterioso y fascinante del porvenir.

La pausa que define este ciclo, mi primer quincuagésimo, inunda mi ánimo de agradecimientos. Algunos son de perogrullo, que como bien sabemos, son los más comunes pero verdaderos, los más notorios y sin embargo más valiosos. Compartir bellos sueños, amargas decepciones, profundas alegrías, ásperos desafíos, duras batallas, infinitos placeres y largos dolores de parto con la mujer que amo, no es poca cosa a casi dos décadas de convivencia. Gozar, admirar y convivir con cada instante del crecimiento de mis hijos resulta ser otra mágica y maravillosa bendición. Tener, mantener, conquistar, padecer y disfrutar de mis viejos/nuevos amigos, es otra de las recompensas que la vida me ofreció. Sé que para ellos no es tan reciproco, pero así es la vida, un camino de ida.

Aprendí directa e indirectamente, gracias a un gran amigo, que debía salir de la infantil posición que, inducida por amargas vivencias y mi obsesiva idische mame ocupé durante largos años.
Dejar ese lugar cómodo y quejoso de sentirse una víctima del destino, aquella que dice "porque a mi?, que hice yo para merecer esto?". No fue tarea fácil. Abandonar esa cosmovisión, paradojicamente tan egocéntrica, fue uno de los más extraordinarios saltos que dí en la vida. He decidido agradecer sin lamentaciones por todos los dolores, tropiezos, caídas, angustias, malestares y desgracias pasadas.

Circunstancias que me han hecho comprender que todos los manipuladores, estafadores y/o perversos personajes que tuve la suerte de sufrir y padecer fueron puestos delante mío con el imperativo existencial de ser mis maestros. Maestros pese a ellos mismos, maestros que me enseñaron a resignficar mi vida, a rejerarquizar mis valores, a disolver la pulsión dominante de mi ego, a serenar mis pasiones más violentas, a justpreciar la diversidad, la diferencia y la alteridad, a comprender antes que a juzgar. En fin, ayudarme a volver a ser buena persona.

Sigo a los cincuenta sumergido en los cautivantes interrogantes de la divinidad. Dios es una fuente inagotable de preguntas y enigmas más que de respuestas y certezas. Mi cabeza dice que no, mi corazón siente que si, lo que me lleva a fluir en la ambigüedad de un agnosticismo débil, más recostado en los márgenes de la sensibilidad que de la razón.

Que significa para mi cumplir medio siglo?. Pues, que lo mejor aún no llego, que no todo tiempo pasado fue mejor, que mi época sigue siendo ésta, que mantengo vigente el asombro, que gracias a dios, no resisto un archivo, que rechazo los viejos conceptos de izquierchas y deredas, que las mareas suben y luego indefectiblemente bajan, que no debemos confundir valor con precio, que los sueños no son los mismos, pero siguen excitando mi imaginación, que hay mucho nuevo bajo el sol que aún no fue descubierto, que las ansias de aprender no están intactas, sino más fuertes que antes, que las opiniones del otro no deben ser toleradas, sino apreciadas y disfrutadas, que la vida no ha sido dada para agraviarla vegetando, sino para honrarla y merecerla.

Que tengo una misión, trascender mis limitaciones, iluminar los ánimos más oscuros, difuminar el éter con vapores más amorosos y volver a cumplir otra década en los próximos diez años.

miguel sznajderman en buenos aires autónoma, cincuenta años después de un cercano doce de mayo a las doce y treinta horas del año mil novecientos cincuenta y nueve de la era del señor

COMENTARIO DESTACADO
Un espacio para rendir homenaje a los que complementan mis reflexiones.

Un gracias profundisimo para mis nuevos y maravillosos amigos !!!
Amigos para abrazar desde el alma.
Victor Vergara (gato) dijo...

FELICIDADES, amigo Miguel y hombre cuerdo.
Te deseo otros 50, ó 40, ó los que "LA FUENTE" crea conveniente...., igual de productivos (espiritualmente hablándo) en compañía de tus seres queridos.
Volveré con más tiempo para hacer un pequeño comentario acerca del medio siglo. Medio siglo!!!..., suena un poco feo ¿verdad?, je. Sin embargo no son nada. Pasan en un abrir y cerrar de ojos. Y sin embargo ahí quedan, repletos y rebosantes de miles de momentos.
UN FUERTE ABRAZO.
(por mi falta de tiempo, aún tengo que repasar tus últimas dos entradas)

12 de mayo de 2009 18:36Suprimir

ana. dijo...

En un recodo en el camino de los siglos, Miguel, en este remanso de tus reflexiones, celebro la vida con vos, este 12 de mayo, 50 años después, y celebro también la capacidad de asombro intacta y los sueños por cumplir.
Un abrazo

12 de mayo de 2009 21:55Suprimir

Manuel Madrid Delgado dijo...

Feliz cumpleaños Miguel. Me parecen interesantes estas reflexiones sobre como pasa el tiempo por cada uno de nosotros, o como cada uno de nosotros pasamos por el tiempo. En realidad somos tiempo que pasa y los 50 tienen como un halo mítico, porque parece que al llegar a ellos hemos doblado una esquina de la vida, como si hasta llegar a los 50 hubiéramos estado subiendo y luego, desde ahí, comience la bajada, el reflujo de nuestra marea vital. Yo, sin embargo, no creo que los 50 sea el puente de edad crucial que cruza el ser humano. Un buen e inteligente amigo mío me dijo una vez que el cumpleaños más trascendental de una persona es el de los 30 años, y creo que llevaba razón. Porque a los 30 años es cuando se abandona la juventud (por delante, pues, ya sólo queda la madurez: la vejez es una madurez superlativa), se consolidan los proyectos vitales, se estabiliza la vida, llegan los hijos... Es a los 30 cuando se rompe con todo lo anterior y se abre una perspectiva nueva. Los 50 pueden ser un buen momento para reflexionar (¿inaugura en los 50 la vida una madurez reflexiva, un ir viendo lo hecho, un juicio sobre nosotros mismos?), pero en realidad no creo que supongan una quiebra ni una ruptura. A esas alturas de la vida, como tú mismo dejas claro, las cosas ya se tienen claras: a partir de los 30 se deshacen los sueños de la juventud (...la revolución, la rebelión, la utopía...) y los 50 son sólo la constatación de que el escepticismo inaugurado treinta años antes tenía razón.
Bueno, dejo ya el rollo y disfruta de estos días en compañía de los tuyos.
Un abrazo muy grande de tu amigo español.

13 de mayo de 2009 4:08

Dr.Krapp dijo...

Me siento partícipe de cada uno de tus palabras tanto en lo principal como en lo aparentemente accesorio (gracias por acordarte del maestro Braudel). Cumplí 50 el 1 de septiembre pasado y sé de lo que hablas. Muchas felicidades y permítame que te deje aquí mi entrada de aquel día en mi blog del Círculo. Espero que te guste.
http://suicidasperezosos.blogspot.com/2008/09/50-sirenas-en-busca-de-ulises.html
¡¡¡Felicidades!!

13 de mayo de 2009 7:26
Félix dijo...

Estimado Miguel:
Hacía varios días que no abría el blog, cuestiones de trabajo, cuando el viernes, casi sin querer, encontré un articulo nuevo. Por un momento pensé que era una entrada precipitada… una concesión a la galería…pero no…era un cumpleaños… con todo lo que lleva el asunto.
“Hablar de los cincuenta” bien pensado, no es un mal tema de conversación, aunque invariablemente nos puede entrar la risa, tendríamos que recordar qué ocurrió cuando llegaron “los cuarenta” o “los treinta” o “los veinte”.
Seguía leyendo y casi temía que apareciese, de un momento a otro, una ilustración de Doré y a un Jazzmen dirigiéndose, achacoso, taciturno, lentamente hacia el Estigia, con sus monedas en la mano, en busca de Caronte. No me negarás que conociendo tus preferencias literarias, sería lo más apropiado, pero tranquilo, ojalá podamos leer algo parecido cuando lleguen, si llegan, “los sesenta”.
Hace tres años pasé por idéntica situación y en aquel momento sólo tuve un pensamiento: “¡Qué lástima no haber sabido a los veinte lo que sé, lo que dudo, hoy!”.
Y cómo hacer un comentario sin que suene a “topicazo”, a ese: “¡Eh, viejo… pero si estás hecho un chaval!”, realmente me pones en un apuro, porque estoy seguro que, de alguna manera, has hecho un balance y quiénes somos los demás para interferir en tan personal pensamiento. ¿Cómo podemos hablar de la vida callada, de forma honesta, sin conocerla?
Prefiero pasarme y robarte un poco de tiempo con esta carta, compartir un rato de charla intrascendente, seguir pensando que tan sólo somos vino en la bodega, el tiempo nos puede estropear, pero debemos intentar, por todos los medios, llegar a adquirir la mejor de las soleras.
He celebrado tu cumpleaños volviendo a leer “Nathan el sabio” de Gotthold Ephraim Lessing. Un judío, un templario y Saladino, de lo más apropiado.
Lo ves…, era tu cumpleaños, y terminamos hablando de un libro, de libros ¿acaso no son “la medicina del alma”?

Felixidades.
Lamentablemente “el regalo” en es este mundillo virtual suele ser bastante peregrino, espero que te arranque alguna sonrisa. http://www.youtube.com/watch?v=jquWO-0VkII

20 de mayo de 2009 14:49

lisebe dijo...

Internet explorer no me deja entrar en la página mi querido amigo así que ahora que me deja permíteme que te deje mis FELICIDADES!!!!!!!!!!!!!!!!!
por tu cumple, antes de que se me cierre.

Besitos estimado amigo

22 de mayo de 2009 12:50

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