“…. quien libre cien batallas y consiga cien victorias no se le puede considerar como al más hábil de todos los comandantes. El mejor de ellos será aquel capaz de lograr la rendición del enemigo sin entrar en combate”.
Menciona “cinco defectos en los comandantes que conducen a una catástrofe inevitable”:
Veamos solo dos de ellos:
“Una valentía fanática puede llevarlos a perder la vida”
“A los comandantes vehementes, irreflexivos y coléricos, puede provocársele con pequeñas afrentas y causarle numerosas bajas”
En estos momentos donde aparecen imprudentes dirigentes que utilizan los términos “guerra”, “rendición incondicional”, “poner de rodillas al enemigo”, “paciencia oriental”, etc., recomiendo reinterpretar a ese gran sabio taoísta llamado Sun Tzu.
Sus sencillas enseñanzas, trajeron el fin de las guerras feudales que azotaron China, (
Para terminar una cita del I Ching:
“una guerra es siempre una empresa riesgosa que acarrea daño y devastación. Por eso no se la debe iniciar con ligereza; únicamente debe recurrirse a ella como se apela a un remedio venenoso, y en última instancia”.
2 comentarios:
La intensa luz de la guerra, ilumina como siempre, este tema con mayor claridad que el fulgor mortecino de la paz. Vemos los modernos caudillos militares completamente desprovistos de todo heroico aspecto por las circunstancias materiales que pesan abrumadoras sobre su arte. Anibal y Cesar, Turena y Marlborough, Federico y Napoleón, ya no situarán sus caballos en el campo de batalla, ni dirigirán, o dominarán con voces y gestos, desde el alba hasta el ocaso, el curso de una acción suprema. Su presencia y su fama ya no arrancarán aclamaciones de sus soldados en liza. Jamás volverán a compartir sus peligros, reanimar su espíritu y reparar así el quebranto del día. No estarán allí. Han sido alejados del escenario del combate, con sus plumas, corazas y estandartes. El guerrero corazón de león, cuya aguda mirada percibía la debilidad de la línea enemiga, cuya simple presencia en un punto crítico hacía variar el curso de la contienda, ha desaparecido. En vez de eso, nuestros Generales se encontrarán, el día de la batalla, sentados en sus mesas de despacho a cincuenta o sesenta millas del frente, escuchando ansiosamente los latidos telefónicos del mundo entero como si fuesen especuladores con grandes recursos en momentos de perturbación del mercado.
“Pensamientos y aventuras” Winston S. Churchill
Fantástico análisis (y asombrosamente clarividente). Las guerras modernas se ejecutan hoy como un simple Videojuego.
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