"La vida me enseñó que a veces no es posible seguir agarrado a las cosas hasta que duelan las manos, hay que saber soltar a tiempo, antes que el dolor sea caro para las manos y las cosas." Sammy Szusterman (1951-) argentino, arquitecto y amigo

miércoles, 16 de julio de 2008

desdramatizar el presente


Como ordenar los pensamientos.
Como calmar las emociones.
Como expresar ideas.
Como serenarse, cuando dejarse arrastrar por las pasiones parece un refugio más seguro.
Cuando la desmesura, la tergiversación ideológica, la manipulación política, han ocupado el centro del debate.
Cuando el poder entendido como un botín privatizado, arrasa con todas las nociones de tolerancia, diversidad y respeto.
Sin embargo, más allá de la angustia por el resurgir de nuevas y falsas antinomias, por la reaparición del odio y las contradicciones permanentes, se abren varios caminos esperanzadores.
Esperanzas confundidas por el vértigo de los acontecimientos, pero esperanzas al fin.

Primero se hizo visible un sector social y productivo, que con sus luces y sombras, existe: el sector agropecuario o agroindustrial y los "chacareros". Con sus demandas, sus contradicciones, su variedad y su importancia.
Segundo, que las ideas, por muy buenas y legítimas que sean, necesitan del debate inicial y el consenso posterior. Creo que no volveremos, por lo menos por un tiempo, a aceptar mansamente dirigencias "salvadoras" y "omnipotentes".
Tercero, que la causa de los derechos humanos, no es una causa de "izquierdas", no es una causa partidaria, es una causa noble, pero que sin embargo no puede ser culturalmente impuesta sin considerar la amplitud de sus conceptos, ya que el riesgo de una regresión está siempre vigente.
Cuarto, la idea del federalismo, o sea la autonomía de los estados provinciales respecto al poder central, es una vieja- nueva concepción de lo nacional que resurge y demanda un lugar en la agenda social.
Quinto, la representatividad política del parlamento, legal, pero huérfana de legitimidad, es una asignatura pendiente. Pero que sin embargo, por primera vez desde la restauración democrática, hemos visto una transversalidad que atravesó la tradicional lealtad partidaria. Algo que siempre admiramos en otros países. Pero que estamos viviendo intensamente, sin comprender aún su enorme importancia.
Sexto, la necesidad de incorporar valores de ciudadanía en sectores populares, pero también en sectores medios. Los primeros víctimas inocentes del asistencialismo perverso, los segundos esclavos de la seguridad económica, a cualquier precio.

Por último, el conflicto debe enseñarnos que el extremismo vulgar, el dramatismo excesivo, la obsecuencia a la desmesura, el heroísmo de lo trivial son caminos inviables para construir una patria inclusiva y acogedora.

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