Estas palabras en boca de un filósofo, un analista político, un sociólogo o un intelectual en el marco de una conferencia académica donde se debaten asuntos tan espinosos como la relación entre inseguridad y exclusión social podrían ser el disparador de un áspero e interesante debate.
Dichas en boca de un Jefe de Estado, de quién tiene a cargo la comandancia de las fuerzas de seguridad y a su vez la conducción de todas las políticas sociales para combatir la pobreza, la desigualdad y la exclusión social, causan un malestar, un desasosiego y una indignación que supera todo límite de comprensión y respeto.
Estas palabras, amén de "decir sin decir" que la década ganada es una falacia de cabo a rabo, que las políticas de seguridad han fracasado en los mismos extremos, expresan una justificación imperdonable del asesinato, del crimen a mansalva y de todo delito conexo.
Si el asesino desprecia su vida es culpa nuestra, "la sociedad civil" que no entiende, no del gobierno y sus erradas o carentes políticas. Si el criminal nos mata comete un acto de reparación. Como no fuimos capaces de comprenderlo, merecemos la muerte. Todo por dos pesos.
La Presidente en la misma cadena nacional pidió "no escuchar a los políticos mentirosos y sin escrúpulos".
Coincido plenamente, hace tiempo que dejé de escucharla.
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