"La vida me enseñó que a veces no es posible seguir agarrado a las cosas hasta que duelan las manos, hay que saber soltar a tiempo, antes que el dolor sea caro para las manos y las cosas." Sammy Szusterman (1951-) argentino, arquitecto y amigo

domingo, 6 de noviembre de 2011

pandemia argentina



Accidente: Suceso eventual del que involuntariamente resulta un daño. 
(Real Academia Española)


Acostumbrados a vaciar de sentido el lenguaje y la comunicación, como antesala del desprecio por nuestras vidas, seguimos utilizando el término accidente para referirnos a esas tragedias viales que nos estallan sorpresivamente.

Podemos llamar accidente el violar luces rojas y amarillas, cruzar prohibidos pasos a nivel, sobrepasar imprudentemente, burlar velocidades máximas o circular bajo la mínima en carriles legalmente más veloces?
Es adecuado definir accidente cuando trocamos cabeza por codo el lugar del molesto casco, cuando aliviamos a los amigos de la obligación de cintar sus caderas y liberamos a nuestros niños de control y protección?
Podemos impunemente nominar accidente cuando no desaceleramos en rutas que cruzan pueblos suplicantes de supervivencia peatonal, cuando despreciamos el rigor de esa ley que no coincide con nuestro afán de burlarla, cuando nos mofamos hirientes de sabios consejos viales en clases malditamente obligatorias?
Es justo nombrar accidente al  no encender guiños para giro/cambio de carril, baliza de detención o luces bajas diurnas que ayudan luminosas a ver y ser vistos?
Podemos seguir hablando de accidente por rodar con gomas alisadas en vehículos maltrechos escasos de luces y frenos, por mal estibar pesadas y peligrosas cargas traseras en camiones envejecidos?
No es obsceno subvertir la palabra accidente cuando conducimos levemente alcoholizados, escasos de sueño o carentes de vital descanso, apretando nuestro auto contra el paragolpe del vecino?
Bañémonos de sinceridad y abandonemos el absurdo de una dura vez. Basta de hablar de accidentes, dejémoslo para aquella vaca que nos cayó en la cabeza, esa cáscara de banana que sorprendió impune nuestra vertical, para ese árbol que desprendió su tronco sobre la briosa locomotora y para todo lo cruelmente absurdos que son los accidentes.

Para el resto hablemos de incidencias altamente posibles, ferozmente inevitables y razonablemente periódicas y permanentes.


PD: agrego las imagenes de otro accidente ocurrido hoy 6 de noviembre en pleno centro de la Ciudad de Buenos Aires con dos víctimas fatales

3 comentarios:

darklord dijo...

Pero totalmente de cuerdo Señor; el accidente, el mal encuentro es aquello que no estaba previsto y que sorprende, el accidente es la pura contingencia (y no por ello menos traumático).
Pero todas esas otras cuestiones portan una necesariedad que las alejan pornográficamente de la contingencia. Claro que es traumático, como todo encuentro con la muerte (aunque sea ajena), pero de accidente NADA.
Un saludo.

Doctor Krapp dijo...

No estoy de acuerdo. Los errores son accidentes como es un accidente nacer, conocer a la persona que compartirá nuestra vida, elegir una carrera o entregarse a una profesión. No es el nivel de riesgo, libremente asumido o sin asumir, el que determina que un hecho se produzca. Siempre hay una lotería pendiente sobre nuestras cabezas del que depende que la bola salga blanca o negra.

miguel sznajderman, jazzmen dijo...

Amigos:
No confundiría el azar con lo accidental. Vivir, nacer y morir son hechos azarosos. Incluso tenemos el derecho de elegir como vivir y aún como morir. Mas no tenemos ningún derecho a dañar la vida de otros por propia desidia y/o desprecio a normas de convivencia que como sociedad hemos decidido imponernos.
un abrazo a ambos

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