"La vida me enseñó que a veces no es posible seguir agarrado a las cosas hasta que duelan las manos, hay que saber soltar a tiempo, antes que el dolor sea caro para las manos y las cosas." Sammy Szusterman (1951-) argentino, arquitecto y amigo

martes, 14 de octubre de 2008

oda a los traductores 2

Torre de Babel por Pierre Bruegel el viejo
1563, Kunsthistorisches Museum, Viena

Una delicia.
Es la mejor síntesis para definir el último libro de Umberto Eco.
Decir casi lo mismo, con la estupenda traducción de Helena Lozano Miralles.

No es un libro exclusivo para eruditos. No es necesario ser semiólogo, ni filólogo, ni lingüista.
Es un libro para "lectores", está escrito en un modo amable y claro, lleno de referencias, múltiples traducciones y "amenities".

Recorrer una palabra, un párrafo o un texto en varios idiomas (inglés, italiano, francés, alemán, español, incluso catalán) lo hace agradable y atractivo, aún para lectores que desconocemos la mayoría de ellos. Ser lector de habla latina (italiano, español o francés) nos habilita para leer y releer esos textos sin ninguna dificultad y conociendo alguno de los dos idiomas sajones (alemán o inglés) uno puede sacar más brillo a la lectura.

Comprender el arte sublime de la traducción es jugar permanentemente con ese "casi" lo mismo.
Es un aporte a la eterna discusión sobre las "traiciones" de los traductores.
Es preguntar por las pérdidas o las ganancias que se producen al trasladar un texto de una lengua a otra. Es decir de una cultura a otra. Incluso de una época pasada a la presente. O viceversa.

Es comprender y comprobar la necesidad de "negociación" que todo traductor debe hacer con el texto para llevar los sentidos sugeridos por el autor en la lengua fuente, a la comprensión del lector en su lengua de destino.

Eco nos lleva por un mundo fascinante para aprehender las ideas de reversibilidad, fidelidad, compensación e interpretación, para conocer las decisiones de familiarizar o extranjerizar, de modernizar o arcaizar, o las operaciones más complejas de refundición parcial o radical de un texto.

Hay vistosos ejemplos de licencias interpretativas o sea refundiciones parciales o radicales, donde "...los traductores para permanecer fieles al sentido profundo o al efecto que el texto quería producir en el plano de la expresión, se concedían o tenían que concederse algunas licencias, a veces infringiendo la referencia". 1 Algunos ejemplos Eco los describe como casos de frontera entre ambas licencias. 2

Según Eco, no toda interpretación es una traducción, pero toda traducción obligatoriamente debe ser una interpretación, siendo el deber básico de todo traductor interpretar previamente un texto para intentar volcarlo en la desembocadura o el delta de la lengua de llegada. 3

"Primero interpretar, luego traducir", 4 bella paráfrasis descartiana, que Eco le da un valor sustantivo dentro del arte de la traducción. Interpretar es valorar el contexto, la geografía, la época, es interpelar al personaje, su lógica, su temperamento, sus relaciones sociales.

Muy divertido resultan los primeros capítulos dedicados a Babel Fish (el sistema de traducción de Altavista, aquel buscador de Internet que Google destronó), donde naufragan las equivalencias descontextualizadas y las sinonimias puras y automáticas.

Eco nos lleva de viaje por la intertextualidad, las remisiones explícitas o implícitas, la hipotiposis, la écfrasis, la ostensión, la parasinonimia, la ejecución (de una partitura en sonidos musicales), los cambios de sustancia o de materia lingüística, y las diferentes interpretaciones, sean intralingüisticas o reformulación (rewording), o interlingïsticas o transmutación (como el paso de un sistema semiótico a otro, de una novela al cine, de una poesía al cómic, de la música a la danza).

Nos permite descubrir también, las "derrotas" del traductor, cuando al no encontrar en la lengua de destino, palabras, o ideas que reflejen la cosmovisión propia del universo cultural y lingüístico de la lengua de origen, planta bandera blanca con sus explicaciones al pie de pagina, "N. del T.: ...".

Apasionante el capítulo dedicado a la poesía. Quizás el lugar donde fracasa irremediablemente el "casi lo mismo". Donde mantener el sentido o la forma (su métrica, su ritmo, su sustancia) resulta a menudo una tarea ardua, complicada y selectiva. Elegir entre ambos, reconocer la infidelidad a alguno de ellos o reformular la sustancia dentro del idioma receptor para inferir sus "formas" sin tergiversar sus ideas es a menudo una tarea "casi imposible".

El libro lo encontré casualmente luego de escribir mi primera oda a los traductores. Coincidente con su primera publicación en lengua española.
Las casualidades y coincidencias, siempre misteriosas, cuando ocurren dejan de serlo.



Atrapante, sugerente, ameno, delicado y bello.
Recomendado para personas inquietas que deseen recorrer los encantos de una de las más bellas artes. Aunque poco reconocidas.



Eco, Umberto, Decir casi lo mismo, Experiencias de Traducción, 2003, Editorial Lumen, 2008, Helena Lozano Miralles por la traducción.

1 Ibidem, pg 388.
2 "Pero, qué diríamos de una ejecución de la Marcha fúnebre de Chopin tocada por una New Orleans Jazz Band?. Quizás se mantendría la línea melódica, pero las sensibles alteraciones rítmicas y tímbricas excluirían que se tratase de simple transcripción como sucede con las Suites de Bach cuando pasan del violoncelo a la flauta contralto."
Ibidem, pg 408.
3 "...Montanari propone traducir source/target como testo fonte/testo foce (texto fuente/texto desembocadura. Puede parecer una sugerencia como cualquier otra, donde quizás foce es mejor que el inglés target , demasiado business-like, y que evoca una idea, a menudo o casi imposible, de victoria, de resultado con el máximo de los puntos. Ahora bien, el término foce nos introduce en un interesante retículo semántico, y abre una reflexión sobre la distinción entre delta y estuario. Quizá hay textos fuente que en la traducción se ensanchan como un embudo (y donde el texto de llegada enriquece el texto venero haciéndolo entrar en el mar de la intertextualidad) y textos delta, que se ramifican en muchas traducciones cada una de las cuales empobrece su caudal, pero todas juntas crean un nuevo territorio, un jardín de senderos que se bifurcan."
Ibidem, pg. 253.
4 Ibidem, pg 317.

8 comentarios:

ana. dijo...

Que buena reseña, Miguel! Quiero este libro!!!!
Besos

Caracola Light dijo...

Qué buenísima casualidad!!!!

Felicidades

Doctor Krapp dijo...

Felicidades por ese amor a la lengua que compartes con el insigne Humberto Eco.
La traducción siempre ha sido un trabajo subvalorado. Con un simple viaje a nuestro propia biblioteca podremos ver como obras inmortales conocidas de todos no tienen o tienen muy reducidos los datos de traducción. A veces son simples iniciales, otras no aparecen en la portada o en el verso de la misma, a veces incluso hay que ir al colofón y ahí en esa parte humilde aparece el verdadero recreador de la obra, aquel que le dió la forma que nos la hace asequible desde su distancimiento idiomático.

lisebe dijo...

Después de esta atrayente, reseña , es realmente digno tener este libro, me gusta mucho H. Ecco, así que voy a hacer lo posible para hacerme con dicho libro.

Muchas gracias por tan magnífica información.

saludos afectuosos Miguel

Félix dijo...

Voy a empezar a pensar que alguna editorial te paga por los comentarios y si no lo hace, debería hacerlo. Espero que los lectores que encuentren este articulo y visiten el blog por primera vez, lean antes la primera parte “Oda a las traductores” de 16 de agosto.
Cada vez me haces trabajar más y no sé si perdonártelo o agradecértelo, pero el caso es que los temas que propones me hacen ir un poco más lejos. Buscando, buscando, he encontrado unos comentarios en la red de Marco Antonio Campos “Poesía y traducción” (http://cvc.cervantes.es/lengua/hieronymus/pdf/03/03_051.pdf) que pueden ser interesantes para aquellos que se inician en el tema.
Y para pagar un poco la deuda que tenemos con estos, en muchos casos anónimos creadores, aquí dejo la composición que hizo John Keats al examinar por primera vez la traducción de Homero hecha por George Chapman (1559-1634).

Mucho he viajado por los dominios del oro,
y muchos reinos y estados hermosos he visto;
alrededor de muchas islas occidentales estuve
que poetas en lealtad defienden para Apolo.

A menudo me han hablado de un vasto espacio
que el profundo Homero gobernó con heredad;
pero nunca respiré su pura serenidad
hasta que escuché a Chapman hablar recio y osado:

Entonces me sentí como un observador de los cielos
cuando un nuevo astro deslízase en su visión;
o como el fornido Cortés cuando con ojos aquilinos

miró al Pacífico; y todos sus hombres
mirándose entre sí con desenfrenada conjetura:
en silencio, desde una cima en Darién.

Octubre 1816

miguel sznajderman, jazzmen dijo...

Gracias por todos los comentarios. Compartimos un mismo amor por los libros y eso enriquece todas las diferencias que desarrollemos.

Ser "un observador de los cielos", la vista en el horizonte, el alma al servicio de la sensibilidad y la belleza del "mundo", que no es escasa (solo hay que buscarla en el fárrago de la vida diaria).

besos a todos

La Turca y sus viajes dijo...

Hola!!!!!!!!!!

Me encantan tus reflexiones y te he votado en blo y es una lastima porque fui a 20minutos.es y en esa categoría ya había votado..............te invito a mi blog hablo de mi país Argentina, estoy inscripta en multimedia con Personas Comunes.

Un besote y abrazo de oso.

Unknown dijo...

Gran reflexión y mejor recomendación literaria. Un saludo.

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